Al comienzo, la incipiente agricultura permitió el pasaje de una economía depredadora a una economía productiva, en la medida que hombres y mujeres comenzaron a reponer los recursos que extraían de la naturaleza. El nomadismo fue quedando atrás y los hombres adoptaron un modo de vida semi-sedentario ya que, debido al desconocimiento acerca de las técnicas de fertilización, no estaban dadas las condiciones para un asentamiento definitivo.
El surgimiento de la civilización, trajo aparejado la división de tareas y el excedente productivo. Dicho excedente permitió el almacenamiento de alimentos para épocas de escacez, la entrega de una porción mayor a los "privilegiados" y el intercambio de producción entre diferentes pueblos, dando origen al comercio, actividad que estimularía la industria marítima y armamentística.
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